Consejo en el Día de Lavado de Túnicas

El Buddha quería que reflexionáramos
acerca del uso de nuestros requisitos …
aunque estén ‘limpios’ en realidad no están limpios

Consejo en el Día de Lavado de Túnicas

De las reflexiones diarias de Luang Por
después de la comida del 5 de Mayo del 2006 (2549).

Hoy es Viernes 5 de Mayo, el séptimo día de la luna menguante del sexto mes. Es el día en que hacemos el trabajo de limpiar y lavar los requisitos que usamos para cubrir nuestros cuerpo (es decir, las túnicas). Estas cosas siempre necesitan lavado. Se ensucian y manchan con esta cosa repugnante y sucia que llamamos nuestro cuerpo.

Nuestro cuerpo es una cosa sucia y sin limpieza. Exuda y escurre por sus aperturas, las de la parte superior del cuerpo y las de la parte inferior. Excreta cosas inmundas incluso por sus poros. Todo esto transforma la tela que usamos para cubrir nuestro cuerpo a un estado en que huele viciado y hiede. A todos nos gusta ver el cuerpo humano como algo agradable y bello, pero la verdad es que no hay nada en absoluto en él que sea deseable.

El cuerpo es una cosa sucia e inmunda que hiede. Si no lo bañamos y lavamos, desarrolla un olor bastante fuerte – similar a las personas incivilizadas que aún no se desarrollan en términos de cuidar sus cuerpos: las tribus de las colinas o las personas que viven en los bosques, por ejemplo. Cuando uno se encuentra con estas tribus, un olor viciado, hediondo le dice a uno que esta es un área en que no ha habido aún ningún desarrollo de la higiene y el cuidado del cuerpo. Ellos pueden vivir con ello, sin embargo. Están acostumbrados.

El Buddha enseñó a tomar la inatractividad del cuerpo como objeto de meditación, señalando que éste no es deseable. Simplemente el hecho de que el cuerpo excrete y escurra hacia afuera sustancias ya es algo que provoca sensaciones de repelencia en nosotros. Sin embargo, aún experimentamos sensaciones de deseo sensual. Pero aunque hay personas, que se aburren y se desencantan del cuerpo y ven su inatractividad, y que no es algo que pueda considerarse bello de ninguna manera.

El Buddha, enseñó, con énfasis especial, que debemos ver el cuerpo como algo no bello. Incluso regañó a uno de sus monjes que le daba demasiada importancia y estaba atraído a la apariencia física del Buddha. Lo regañó de manera que pudiera comenzar a reflexionar en qué es lo tan deseable en tan sucio e inmundo objeto. El Buddha lo aventó hacia la comprensión de la verdad de sí mismo. Uno no debe estar enamorado y encaprichado con estados mentales de deseo. Estos son estados mentales mundanos. Si queremos paz y retiro de los deseos sensuales, necesitamos prestar atención a nuestros estados mentales.

Así que, viviendo en sociedad, lavamos y teñimos nuestras túnicas porque queremos que estén en una condición que no sea indecente e intolerable para la sociedad. Es por eso que necesitamos lavarlas.

Lavamos nuestras túnicas con un líquido astringente – el jugo de la madera del árbol de jack, y tenemos un lugar bien establecido para eso(llamado el galpón de teñir). Usando este método para lavar nuestras túnicas no es complicado y no debiese haber dificultades en mantenerlas. Además, solo tenemos un número limitado de piezas de tela. Todo lo que tenemos es una túnica inferior, una superior y una externa, una pretina, un angsa, [1] y una tela para bañarse.

Pero aún así , el Buddha quería que reflexionáramos en el uso de estos requisitos – aunque los mantenemos en un estado que la sociedad reconoce como ‘limpio’, el Buddha dijo que en realidad no están limpios. De igual manera en que usualmente decimos que después de un baño ahora estamos limpios. Pero en realidad, no lo estamos. Por que el cuerpo es en sí mismo algo sucio. Similarmente, no importa cuánto lavemos y tiñamos – tlas cosas no están limpias. [2] La suciedad está ahí mismo. Es como con nuestras túnicas: Al comienzo son pedazos de tela blanca. Luego las teñimos con algo sucio que es convencionalmente definido como color, y manchamos toda la tela. Y nuestras sensaciones de lo que consideramos limpio repentinamente se dan vuelta.

Pensando en estas cosas, el Buddha quería que reflexionáramos en el ajjhatta –  y el bahiddha-dhamma, las condiciones internas y externas: tanto internamente como externamente, las cosas son todas simplemente repugnantes. Esto nos hará experimentar estados mentales que están aliviados de deseos sexuales – las ansias y deseos que manchan nuestros corazones.

Así que, lavar y limpiar cuenta como uno de nuestros deberes. Viviendo bajo tales circunstancias, necesitamos cuidar de nuestras cosas. Necesitamos cuidarlas, usarlas y lavarlas o teñirlas, mantenerlas y limpiarlas, y también limpiar las herramientas de manera ordenada.

El Buddha quería que mantuviésemos nuestra morada y todo en el monasterio en estado ordenado. Esa es la manera en que alguien que mantiene sila se comporta. Es un modo de vida que tiene buenos estándares y es prolijo y bien organizado.

“Un monasterio, aunque diseñado para perdurar
con salones del tempo de belleza superior,
próspero, con tesoros incontables,
se torna ‘bueno’ en medida
solo cuando los monjes hacen su deber,
mantener el Vinaya puro
.”

Necesitamos estar concientes de esto. Vinaya significa ser ordenado.

Así que hoy, la lluvia anoche no trajo mucho agua y el sol ha salido, entonces son condiciones muy conducentes al teñido de túnicas, no debiese haber problemas. Nuestras tareas podemos hacerlas después de lavar túnicas. Todos hacen lo que puedan. Pero no olviden nuestra obligación de comportarnos apropiadamente, y mantener el vivir de una manera que no se deja llevar por el andar tonteando. Es el andar tonteando lo que ata a todos los seres en el mundo.

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[1] angsa (Tailandés): una vestimenta rectangular pequeña que cubre el área del pecho y que se usa en Tailandia cuando las túnicas principales no son usadas, es decir, en situaciones informales, en la naturaleza o en el trabajo.

[2] El método tradicional de lavar túnicas con agua amarilla de chips de árbol de jack hervido es más un re-teñido que un lavado, ya que las túnicas no son enjuagadas, pues uno quiere que el agua de lavar permanezca en las túnicas debido a sus propiedades astringentes.